martes, 28 de febrero de 2017

Después de cierto tiempo

Después de cierto tiempo ves como poco a poco las cosas se van colocando en su sitio. Y ves que aquello que pensabas improbable, ocurre. La mayoría de las veces, basta con dejar que el tiempo vaya haciendo su trabajo; eso y un poquito de esfuerzo por hacer que todo funcione y fluya de forma natural. Una dosis de paciencia tampoco va nada mal. Esa paciencia que en épocas anteriores era escasa, pero que ahora y tras haber realizado un gran esfuerzo por desarrollarla, juega un papel importante en tu día a día. Es hora de ir apagando luces, de ir desconectando la mente y de sumergirse en el mundo de Morfeo. Mañana será otro día y quien sabe lo que me tiene reservado el destino.
  

lunes, 27 de febrero de 2017

Tarde de lunes

Una de las peores cosas que tienen los cambios de estacíón son esos increíbles catarros que aparecen como por arte de magia. Empiezas la semana en peor estado en el que la terminaste, pero afortunadamente no tienes tiempo ni de permitirte parar para comer y mucho menos para descansar. Tienes una promesa que cumplir. Te has comprometido para jugar un partido de baloncesto con tu pequeño gran príncipe. Y por supuesto, si haces una promesa, la tienes que cumplir. 
De repente, recuperas la energía. Sacas fuerzas de donde no las tienes, porque ser madre es eso. Te conviertes en una especie de super heroína y tu super poder es ser capaz de multiplicar el tiempo del que dispones en el día. 
Pero la tarde ha sido genial, porque hemos reído a carcajadas, hemos disfrutado de nuestro partido y de nuestra merienda para reponer fuerzas y luego mientras volvíamos a casa dando un paseo, hemos observado las plantas que nos encontrábamos en el camino y hemos aprovechado el tiempo con una pequeña clase de botánica. 
Esta tarde he conseguido recargar un poquito las pilas, mientras disfrutaba de la naturaleza. Me encanta observar las montañas, me reconfortan, me siento protegida, me dan tranquilidad. Las miro y las ideas llegan a mi mente. Sólo queda ordenarlas al llegar a casa, mientras acabo de hacer todo lo que queda pendiente. Una inmensa sensación de paz brota de mi interior. Esa paz que sólo aparece cuando sabes que no tienes nada que ocultar; que sigues siendo igual de transparente que siempre. Y eres consciente de que el ser así te permite a enfrentarte a la verdad, porque no tienes miedo a lo que de allí pueda surgir. 
Promesas cumplidas en una tarde de lunes. Energía recuperada. Buenas vibraciones para empezar la semana. 

domingo, 26 de febrero de 2017

Colores de primavera


La primavera está haciendo acto de aparición en mi balcón. Violetas, claveles, rosas... comienzan a brotar. Qué alegría para los sentidos. Poco a poco las plantas van recuperando su vigor. Salen de su letargo del invierno. El sol, comienza a calentar y les proporciona la energía que necesitan para crecer. 



Esa sensación que produce el introducir las manos en la tierra. Proporcionar a las plantas más espacio. Darle un toque de color, alegría y vida a la casa. Una nueva estación se acerca. Cambian las energías, las vibraciones, las sensaciones... Cambios en muchos sentidos. Cambios para mejorar. Cambios para la vida.

sábado, 25 de febrero de 2017

Antiguos temores

Uno de mis antiguos miedos, era enfrentarme a un auditorio lleno de gente. Ya fuera para hablar o para cantar. Poco a poco, y por temas laborales fui perdiendo el miedo a hablar en público. Una parte importante de mi carrera profesional ha ido ligada a la formación. Primero a pequeños grupos, lo cual fui superando con tranquilidad; incluso cuando tenía que explicar temas en los cuales no era experta en aquel momento. 
Pero llegó un día, en el que el auditorio que tenía delante de mí estaba ocupado por más de doscientas personas. Y ahí estaba yo, pequeñita, menudita; la última en intervenir en aquella jornada en la que me habían precedido cuatro grandes compañeros y maestros de la comunicación y de los temas sociales. Y yo... una novata en apuros. Apuros por ver el público delante de mí. El dolor de estómago era insoportable. 
Recuerdo que cuando de pequeña tenía que actuar, siempre miraba una luz o al micrófono y así me evadía de lo que tenía delante. Aquel día busqué una luz, algo en lo que fijar la mirada. Y encontré unos amables ojos negros que me miraban y me decían: "Tranquila. Empieza y verás". Y sí!!!!, empecé. En ese instante las palabras empezaron a salir de mis cuerdas vocales. Y el miedo que sentía, la enorme bola de nervios que tenía en mi estómago, desapareció. Me hice consciente de que realmente hablaba de mi trabajo, de mi día a día, de todo aquello que controlaba y que realmente me apasionaba. A partir de entonces nunca más he tenido miedo a hablar en público o en la radio, porque tengo la suerte de hablar sobre algo que me gusta. 
Mis padres me dieron la posibilidad de formarme en aquello que yo elegí. Y luego poco a poco, fui yo misma, la que fue definiendo su carrera profesional, en el área que yo quería. Tengo la suerte de trabajar en temas ambientales relacionados con producción y a la vez trabajo con y para las personas, punto clave para que mi día a día se vea enriquecido y que me da la posibilidad de aprender de ellas. 
Además, en estos momentos, puedo compaginar en mis días: mi vida privada, mis aficiones y mi pasión por la escritura. 
Aquellos temores desaparecieron al enfrentarme a ellos. Desde entonces, cada vez que un miedo aparece delante de mí, aunque me cueste, me enfrento a él y consigo vencerlo. 

viernes, 24 de febrero de 2017

A oscuras, en silencio...

Esta mañana muy tempranito, justo antes de irme a trabajar, he ido a despedirme de tí, al igual que todas las mañanas. Siempre te doy un besito y te digo que te quiero mucho. Hay días, como hoy, en los que además me quedo un ratito sentada a tu lado. A oscuras, en silencio, escuchaba tu respiración. Era tranquila, pausada, feliz. En ese preciso instante, han venido a mi mente tantas imágenes... Imágenes de todo lo que hemos vivido juntos. Te vas haciendo mayor, ya no eres el niño pequeñito que llegó hace unos años. Poco a poco te vas convirtiendo en un hombrecito. Recuerdo todos los instantes que hemos compartido a lo largo de todo este tiempo: nuestros largos viajes en coche, solos los dos, contando camiones, animando a nuestro pequeño coche para adelantarles cuando podíamos, cantando a ratos... la verdad es que cuatro horas de viaje dan para mucho; nuestros bailes en casa; los paseos por la ciudad, nuestras innumerables tardes en los parques... y tantas cosas buenas. Como suele ocurrir, también nos han tocado momentos más complicados. Durante estos años, ha habido momentos difíciles, de incertidumbre, de muchas preguntas que esperaban respuestas y que en muchas ocasiones han llegado de forma muy lenta, hemos pasado por situaciones complicadas, en algunas ocasiones te ha tocado vivirlas a tí y a mí ser tu apoyo, y en otras ha sido al revés. Siempre he dicho que eres un niño que tiene una historia muy rica en experiencias. Eres un ser maravilloso. Y a pesar de que en ocasiones sabes como hacerme perder la paciencia, cada día que pasa disfruto más de compartir mi vida contigo. Me encanta enseñarte lo poco que se. Me encanta ver como maduras y creces día a día; aunque siendo sincera, otra parte de mí (esa de madre protectora) está asustada de ver lo rápido que pasa el tiempo. Eres un ser especial, sensible a los demás y con una gran habilidad para las relaciones sociales. No se lo que nos depara el destino, pero deseo que sea lo que sea nos permita a los dos ser lo más felices posible. Eres el mejor regalo que me ha hecho la vida. Contigo, tengo la suerte de crecer y aprender cada día, de ir haciéndome mejor madre y mejor persona. 
Me encanta tenerte a mi lado en este momento de mi vida. 
Y desde luego mientras pueda, seguiré dándote las buenas noches y los buenos días, con un besito y diciéndote te quiero.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Esta tarde, un gran foco...

Esta tarde el sol parecía un foco. Un foco enorme, perfecto, redondo, colgado allá en lo alto. El cielo estaba raro. Y él, estaba allí iluminando nuestra existencia, nuestra realidad. La tarde estaba rara. Mientras paseaba tranquila, notaba a la gente nerviosa, con prisas, como si el tiempo no les bastara.
De repente, he sido consciente de que durante un tiempo yo iba igual, hacía exactamente lo mismo que la gente a la que he estado observando hoy. Siempre nerviosa, corriendo a todos los lados, como si el tiempo no me bastase. Y lo triste es que el tiempo estaba allí para mí. Esperando a que hiciera uso de él. Esperando a que lo aprovechara. Lo que pasaba es que yo no lo veía.
Ahora, curiosamente, dispongo del mismo tiempo, con la salvedad de que ahora he aprendido a disfrutar de él. He conseguido que lo que antes siempre era urgente, ahora ya no lo sea. Por supuesto que tengo cosas que son importantes y que no puedo dejar de hacer, estas son, todas las relacionadas con mi hijo y su día a día. Pero, el resto de las cosas... pueden esperar.
Ahora, he aprendido a pararme. He aprendido a tener tiempo para mí, para descansar, para dedicarme a aquello que me gusta y me motiva. He aprendido a escuchar a mi cuerpo. Cuando me envía señales y me hace saber que necesita parar y tomarse un respiro, le escucho. Reconozco que todo este proceso no ha sido sencillo. Ha sido un camino lleno de altibajos, preguntas, reflexiones...pero al final ha merecido la pena.
Esta tarde, mientras un gran foco iluminaba la tarde, toda la gente llevaba prisa. 

martes, 21 de febrero de 2017

Rumbo a las estrellas

Cierro los ojos.
Me acurruco en mi cama. 
Cierro los ojos.
Me dejo llevar.
Mi cuerpo queda inerte.
Siento que salgo de él.
Empieza mi viaje.
Hace frío fuera.
Pero yo, no lo noto.
Poco a poco, me voy alejando de mi refugio. De ese que yo misma he ido construyendo, y en el que me siento segura.
Voy tomando altura.
Voy rumbo a las estrellas.
Me dirijo hacia esos puntos mágicos, que cada noche brillan en el cielo.
Desde donde estoy, todo se ve minúsculo.
No alcanzo a distinguir los detalles.
En este punto en el que me encuentro, en el medio de la nada, sólo hay silencio, oscuridad, tranquilidad. Justo lo que necesito. Sólo puedo escuchar a mi corazón.
Voy rumbo a las estrellas.
Voy buscando su brillo.
Voy buscando su luz.
Aquí arriba, el tiempo pasa igual de rápido que allá abajo. 
Pero tengo que regresar. 
No puedo quedarme aquí.
Al menos, por ahora no.
Ese momento llegará algún día. 
Hoy, como otras veces, sólo ha sido una escapada fugaz.
Pero llegará un día en el que este viaje rumbo a las estrellas, no sea de ida y vuelta.
Llegará un día, en el que conseguiré finalmente alcanzarlas y podré fundirme con ellas.

"Porque la vida se ríe de las previsiones, pone palabras donde imaginamos silencios y súbitos regresos cuando pensamos que nunca volveríamos a encontrarnos". (El viaje del elefante. José Saramago)


lunes, 20 de febrero de 2017

Luna menguante

Hace unos días leí que en la semana en la que nos encontramos, la luna se encuentra en fase menguante. Durante estos días es normal que nuestros niveles de energía se encuentren bajos, pero en mi caso, hoy lo estoy comprobando feaciéntemente. Es lunes y mis niveles de energía se encuentran en un punto mínimo. Está claro que esta semana me resultará larga y no sólo porqué trabajo seis días de siete, sino porqué hoy ha empezado con mucha exigencia a nivel físico . Es una semana ideal para mirar hacia nuestro interior y conectar con el subconsciente.
Son días en los que podemos aprovechar a revisar nuestros niveles de energía. Estamos en los días previos a un eclipse solar. Estamos ante una semana que se presenta interesante. 


domingo, 19 de febrero de 2017

Flores en un domingo de febrero

Domingo por la mañana. 
Me levanto. Me voy activando poco a poco. Necesito ir adquiriendo el ritmo lentamente. Para llevar prisas, ya está el resto de la semana.
Me arreglo y me voy a pasear. 
Me regalo flores, porque hoy es domingo por la mañana. 
Es una forma de que la primavera entre en mi casa. De que la naturaleza esté presente en mi vida diaria. Siempre me ha gustado regalarme flores. Nunca he necesitado un motivo especial para hacerlo. Y nunca he esperado a que nadie me haga ese detalle. Las flores me gustan y me gusta que estén presentes en mi hogar. Es algo que llevo haciendo desde hace años. En todos los sitios en los que he vivido, ya sea sola o acompañada, es una práctica que siempre he repetido. De vez en cuando, me voy a pasear por algún mercado y si hay flores me dedico ese detalle a mí misma. Uno de mis sueños es llegar a tener una casa con jardín... pero mientras eso llega, me conformo con estos detalles de algunas mañanas de domingo. 
En unas pocas semanas mi balcón revivirá. Ahora está triste y apagado por el frío del invierno. El invierno está dando sus últimos coletazos. Poco a poco la primavera se va desperezando, se va abriendo paso. El campo está lleno de color: verde, blanco, amarillo...una explosión de luz y color. La humedad y el calor del sol de este mes del año, hacen que los colores de la isla vayan tomando intensidad. Siempre me ha gustado esta época del año en Mallorca. Bueno, realmente... la isla me gusta en todas las estaciones del año, pero ese es tema para otro día.
Hoy, domingo soleado de febrero, he salido a pasear por un mercado y me he regalado flores.

sábado, 18 de febrero de 2017

Bihotza

Una de mis palabras favoritas del poco euskera que tuve la suerte de aprender durante mis años en el País Vasco, es esta: bihotza.
Corazón. Bihotza...
El motor fundamental de nuestra vida, de nuestra existencia. Ese, sin el cual no estaríamos vivos. Ese sin el cual no sentiríamos; y no nos diferenciaríamos de los organismos inertes. Ese al que tan apenas escuchamos. Al que tan siquiera hacemos caso, por miedo, en muchas ocasiones. Por protegernos, para no sufrir, para no volver a pasarlo mal después de un desengaño, de una mala experiencia, por sentirnos segur@s ante una situación que no nos hace felices. 
Es normal, tod@s intentamos protegernos y no pasarlo mal. No estamos preparados para afrontar pérdidas, ni tan siquiera para asumir riesgos. No nos preparan para eso. 
Pero, afortunadamente...la vida es eso. La vida es un constante juego.
No pretendo que este texto tenga un toque pesimista. Todo lo contrario. Me considero una persona optimista y con las ideas muy claras. No tengo miedo a lo que me depara el día a día. He aprendido a afrontar mis temas y buscar mis propias soluciones. He aprendido a simplificar mi existencia y a dejar de lado compromisos sin sentido. He aprendido a ser yo. Y a aceptar que habrá a quienes les gustará como soy y lo que hago y a quienes no. Simplemente he decidido ser yo y hacer lo que mi corazón me dice. 
Escucho a mi corazón. 
Entzun nire bihotzean dut.

Another perfect day

Esta mañana, mientras me dirigía a mi cita semanal de esos cafés para arreglar el mundo, en la radio ha comenzado a sonar una canción. No recuerdo cual era. Es una canción que me gusta mucho y es, de hace unos cuantos años. En ese momento, iba pensando en lo que ha sido la semana. En lo que han dado de sí estos días pasados.
De repente, mis ojos se han llenado de lágrimas. No eran lágrimas de tristeza. Eran lágrimas de emoción. Emociones contenidas muy adentro y que pedían salir a gritos. Ha sido una semana que me ha dejado exhausta, agotada físicamente. Pero una semana con muy gratas sorpresas. Y en la que ha quedado demostrado que el esfuerzo de estos meses atrás ha merecido la pena. 
Cada día que pasa, siento que las piezas de mi puzzle van encajando en silencio, con tranquilidad, como se hacen las mejores cosas de la vida. 
Despacito. Sin prisa. Como los buenos besos. Como esos abrazos que duran una eternidad. Como hacer el amor con esa persona con la que conectas a la perfección. Como bailar con la pareja perfecta de baile. Como sumergirte en la lectura de un buen libro. Como disfrutar de una reunión con buen@s amig@s. 
Hoy, es uno de esos días perfectos, en los que haces aquello que realmente te apetece hacer. Un día sin prisas. Un día para disfrutar de pasear bajo un sol que ya comienza a calentar. Un día en el que mientras nadas, la música te acompaña y consigues aislarte de todo lo que te rodea. Un día en el que te permites el lujo de contemplar la belleza del paisaje que te rodea: el verde del campo, los almendros en flor, el azul del cielo de la isla... Un día para acurrucarte en el sofá, escuchar música tranquila y leer a la luz de las velas. Un día perfecto para ¿porqué no?... empezar a vivir tus sueños.


viernes, 17 de febrero de 2017

Deseos que se cumplen

Recuerdo que cuando era niña me encantaba buscar dientes de león, siempre que salía a pasear. Los cogía con cuidado, pensaba un deseo y soplaba. Ahora, muchos años después, no se si esos deseos se llegaron a cumplir. Quiero pensar que sí, porque todavía sigo aquí; y tengo todo lo que podría desear. 
Hace unas semanas me leí un libro en el que el autor dice que es muy importante inspirar, tomar aire, pedir un deseo y soplar. Soplar hasta que te quedas sin aire. Y, es así como los deseos se cumplen. 
Lo que hacía de niña, lo sigo haciendo ahora. Cada día, me permito unos minutos para inspirar con fuerza y llenar mis pulmones de aire. Para luego mientras cierro los ojos, pedir un deseo. Y por último, soplo, dejo que el aire salga al exterior y lleve consigo ese deseo a dónde quiera que van los deseos por cumplir. 
Ahora y a pesar de que ya han pasado unos cuantos años desde que buscaba esos dientes de león, le permito a mi niña interior que pida sus deseos. 
Porque todavía pienso que si de verdad deseas algo con el corazón, esos deseos, se cumplen. 

jueves, 16 de febrero de 2017

Aromas de mi niñez

Uno de los aromas que tengo grabados en mi memoria es el de las violetas silvestres. Mi abuela siempre tenía en su jardinera. Recuerdo que me encantaba tocarlas, olerlas, impregnarme de su aroma. Algunas veces, cogía alguna y la metía entre las hojas de alguno de mis libros. Es una de mis flores preferidas; y no demasiado fácil de encontrar. Pero curiosamente, hace poquito he dado con ellas y voy a intentar que crezcan en mi pequeño y humilde balcón. 
El olor a violetas me ha acompañado durante mi vida, igual que otros muchos, como el de la lavanda, el sándalo, las rosas...
Pero estas minúsculas y delicadas flores son mi debilidad. Su aroma, su color, su delicadeza... sencillamente, siento que son parte de mi esencia, son parte de mí. 

miércoles, 15 de febrero de 2017

Reciprocidad

Llego a mi casa después de un intenso día, con un tremendo dolor de pies. Intento organizarme los últimos coletazos de mi día, los últimos minutos, intento dedicármelos para mí. 
Me curo mi herida en el pie... escuece, molesta, pero es necesario, tengo que hacerlo. 
Mientras tanto me hago consciente de que me duele la espalda. Quizás me convendría ir a nadar y estirar un poco. Quizás me iría bien un masaje... No se... no puedo pensar con claridad. 
Y de repente, recuerdo que hoy, hace apenas un ratito, he tenido una interesante conversación con un buen amigo. Alguien muy cercano, alguien al que quiero mucho. Una charla sobre la vida; sobre los problemas; sobre las decisiones que vamos tomando a lo largo de los años; sobre la distancia que nos separa de nuestros seres queridos. 
Me siento tan afortunada de que mi trabajo esté ligado a las personas. Raro es el día en el que no aprendo algo nuevo; en el que alguien no me aporta alguna reflexión que me hace pensar y cuestionarme muchas cosas. Y a la vez, también soy consciente de que esto es recíproco. Creo que yo, en ocasiones, también soy el motor que da que pensar. 
Siempre me ha gustado el concepto de reciprocidad. Tú das, yo doy. Tú recibes, yo recibo.
Simbiosis... ayuda mutua. 

martes, 14 de febrero de 2017

Momento relax

Hoy, me he regalado a mí misma, uno de esos momentos que tanto me gustan. No había parado desde poco más de las cinco de la mañana. El cansancio, comenzaba a notarse en mi cuerpo y mi mente, pero todavía me quedaban un par de horitas buenas para dar por finalizada mi jornada de hoy martes. 
En estos momentos en los que me permito a mí misma hacer un parón, suelo aprovechar para hacer un repaso a todas las cosas que me han pasado durante el día. Y la verdad, hoy, puedo decir que ha sido un día de esos agotadores, pero realmente maravilloso. 
En lo que a lo laboral se refiere, hoy he tenido una grata sorpresa que no esperaba, se hiciera pública; pero que me ha dado una alegría, puesto que es un reconocimiento a mi esfuerzo diario por mejorar, no sólo en lo personal sino también en lo profesional. 
Y en lo personal... realmente me lo reservo para mí. Hoy, sí. 
Además he tenido la sorpresa de encontrar, en uno de mis estantes, entre mis libros pendientes de leer, la antesala de aquel último que tanto me absorbió hace unos días. Estaba allí, esperando a que me fijara en él. Y por supuesto... ni que decir tiene que ya he empezado a leerlo. Una de las frases con las que empieza el libro: " Todos tenemos un secreto encerrado bajo llave en el ático del alma". Lo cierto es que creo que un libro que comienza así... realmente promete.
Mi día ha sido agotador, pero me voy a sumergir en el mundo de los sueños, con una sonrisa, con la conciencia tranquila y feliz... muy... muy... feliz.

lunes, 13 de febrero de 2017

Mi orden. Mi desorden


Uno de los rasgos más destacados de mi forma de ser es el que soy una mujer ordenada. En algunos casos, diría yo, que he llegado a ser de forma exagerada. Mi horóscopo es virgo, y creo que es una de las características de este signo del zodiaco. Además, al igual que mi carácter hay una parte muy importante que me viene de serie. Me lo han aportado las mujeres de mi familia. Y por último, hay otra parte que se la debo a mi formación científica. En estos casos, ser capaz de mantener un orden a la hora de trabajar, es fundamental, si lo que buscas es obtener resultados. 
Hace ya muchos años, que empecé a trabajar en el mundo del reciclaje, decidí darle un giro a mi carrera profesional, buscando en el mundo de los residuos, un camino que seguir y en el que me pudiera sentir realizada. Cayó en mis manos, un libro titulado "Un tesoro en mi basura", y este hecho, junto con otros más, fueron piezas fundamentales a la hora de que mi orden personal, fuera adquiriendo un maravilloso toque de desorden.
Un muy buen amigo mío, me dijo que "con el paso del tiempo todo se redondea" y es cierto. A medida que han ido pasando los años, mi pasión por el orden, se ha ido redondeando y me permito extraordinarias licencias dejando que el desorden entre en mi vida. He dejado de querer tenerlo todo planificado. No es necesario tener un plan A, B, C, D... y todas las 24 restantes letras del abecedario, por si la primera falla. Le permito a mi hijo que su zona de juegos, no esté cada día perfectamente recogida (tal vez, esto me convierta en una mala madre; por no ser cartesiana, pero al fin y al cabo es nuestro espacio, el suyo y el mío). 
He aprendido a reconocer mi caos, mi desorden. Permito que de vez en cuando se adueñe de mi día, y simplemente dejo que las cosas fluyan. Verdaderamente, he aprendido a amar mi caos. Mi desorden, ordenado. Mi orden, desordenado.

domingo, 12 de febrero de 2017

Un pacto con el diablo

Hace bastantes años alguien me preguntó si había firmado un pacto con el diablo. Sentía una inmensa curiosidad por saber porqué aparentaba ser mucho más joven. Ayer, curiosamente, una buena amiga me hizo la misma pregunta. Me resultó gracioso, puesto que nunca he hecho nada para parecer más jóven de lo que soy. 
La edad es la que es. 
Los años pasan... afortunadamente. 
Pero si que es cierto que el simple hecho de sentirme viva por dentro, ilusionada, con proyectos, feliz y tranquila, hacen que exteriormente también se refleje. 
Con el tiempo he ido recuperando mi alegría, mi positivismo, el brillo de mis ojos y eso es lo que hace que me sienta jovial. 
No hay ningún pacto con el diablo.
Simplemente he vuelto a ser yo. 
Y esa es la única realidad, la única verdad. 


viernes, 10 de febrero de 2017

La versión más dulce de Pandora

Una vez abierta la caja de los truenos y con ello haber desatado la peor tormenta que se recuerda, desde hace siglos, en su apacible lugar de residencia, Pandora decidió volver a cerrarla por un tiempo. 
Pandora era una mujer sensible, inteligente y paciente. Y a su vez tenía una enorme fuerza que brotaba de su corazón. 
Durante mucho tiempo, había decidido ocultar ese poder. Era conocedora de lo que eso suponía e incluso ella misma temía utilizarlo porque sabía muy bien que sus efectos podían ser devastadores. 
Pandora era conocida por su dulzura. Su mirada era cálida, brillante y transparente. No era capaz de ocultar nada, porque sus ojos azules la delataban.
Sólo ella conocía el alcance de su poder. Y fue ella quien decidió ocultarlo bajo esa apariencia de dulzura y aparente debilidad. Pero llegó un día, en el que le tocaron aquello que más quería y fue entonces cuando decidió que era hora de demostrar su poder. 
Fue, a partir de ese momento, cuando Pandora empezó a ser respetada, por tod@s aquell@s que la rodeaban. Para nada perdió su dulzura y su tranquilidad, pero ahora todo el mundo sabía, que de lo más profundo de su corazón nacía una inmensa fuerza capaz de mover montañas; bastaba tan solo que ella se lo propusiera y la dejara fluir.

jueves, 9 de febrero de 2017

La caja de los truenos


Me considero un persona bastante amable, respetuosa, tranquila y sensata a la hora de dirigirme a aquell@s que me rodean. He conseguido trabajarme la paciencia y mi nivel de aguante ha ido en aumento a lo largo de este último año, al igual que mi capacidad para pensar y controlar ese carácter tan personal que tengo. Soy una mujer adulta, con la cabeza muy bien amueblada y con mucho sentido cívico. Respeto a todo el mundo y a su vez me gusta que hagan lo mismo conmigo y con mis seres queridos. Pero hoy... han abierto la caja de los truenos. Hoy, mi carácter ha salido al exterior. Por primera vez en mucho tiempo, he sacado ese genio aragonés que me caracteriza ante una persona, que se ha sobrepasado en su mala educación, no sólo al tratarme a mí, sino al tratar a mi hijo. Al ver como se dirigía a él, ha sido cuando mi caja de los truenos se ha abierto y de ella ha salido una verdadera tormenta tropical, con sus rayos y sus truenos. Pero por supuesto que no voy a consentir que una persona maleducada y con los problemas que pueda tener, haga una descarga gratuita de eso que ella no es capaz de trabajarse. En estos momentos de mi vida, no estoy para aguantar chorradas de nadie, ni a personas maleducadas, ni a aquellas que no sepan buscar una solución educada y sensata a lo que para ell@s es un problema. Ahora no. La caja de los truenos se ha abierto hoy. Soy una persona pacífica y tranquila. Pero cuando me tocan lo que más quiero... me convierto en un verdadero huracán. Y lo mejor de todo es que, aún en esos momentos, consigo seguir siendo alguien racional.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Cuando algo se activa



Siempre he pensado que tod@s tenemos un sexto sentido. En mi caso particular, hace años que me dí cuenta de que esto es cierto. Hay determinados días, determinadas situaciones en las que de repente, algo se activa en mi interior. En ese preciso instante, siento como si determinados resortes se pusieran en funcionamiento y tengo la sensación de que determinadas piezas comienzan a encajar en sus correspondientes lugares. Todas esas piezas forman parte de un mapa mental en el que todo empieza a colocarse correctamente y entonces, sin poder explicármelo todo empieza a cobrar sentido. 
Carezco de conocimientos en el campo de la mente y sus poderes, por lo que no puedo dar una explicación basada en datos o experiencias probadas. Simplemente puedo hablar desde mi experiencia personal. Soy una persona con formación científica, por lo que mi mente y su estructura es bastante organizada, acostumbrada a trabajar desde el razonamiento. Pero, a pesar de esto, mi esencia alberga esta capacidad de confiar en su intuición; me gusta escuchar aquellas señales que surgen desde lo más profundo de mi interior; esas que brotan como por arte de magia, de repente, pero que son puras y raras veces inciertas. 


cc

martes, 7 de febrero de 2017

Sencillamente agotada



Sencillamente agotada.
Siento que me pesan las pestañas.
Me cuesta activarme y ponerme en marcha.
Hay días como hoy, en los que lo único que me apetece es meterme en mi cama y no levantarme.
No me siento triste, ni mucho menos.
Todo lo contrario.
Siento una inmensa sensación de tranquilidad y felicidad en mi interior.
Simplemente me siento cansada.
Hay días como hoy, en los que me gustaría poder cerrar los ojos y dejar volar mi imaginación.
Me gustaría dejarme llevar a otros mundos.
Pero, nada más lejos de la realidad.
En este mundo en el que vivimos, no me puedo permitir este pequeño lujo. 
Hoy, no.
Habrá que esperar a otro momento. 
Las cosas buenas se hacen esperar.
Las mejores cosas no son cosas.
Las mejores cosas son momentos.
Y hoy, aunque agotada, sacaré fuerzas y me activaré,
Porqué quizás allí fuera me esté esperando algo sorprendente.
Y por supuesto no me lo voy a perder.
Agotada, tranquila, feliz...
Dejándome sorprender.



lunes, 6 de febrero de 2017

Viento


Durante toda la noche el viento ha soplado de forma intensa. Sus aullidos eran lo único que se oía al otro lado de la ventana. 
La casa estaba en silencio. Ese silencio que me gusta sentir. Quizá sea porque trabajo en un sitio en el que estoy rodeada de su antónimo, el ruido.
Hoy, me tocará compartir tarde de trabajo con él. Fuertes ráfagas que te empujan y pretenden llevarte dónde ellas quieren.


Esas ráfagas contra las que tienes que luchar para conseguir seguir tu rumbo, para ser capaz de llegar a donde te diriges realmente. 
Es un símil de la vida. Siempre soplan vientos que pretenden desviarte de tu camino. Vientos contra los que a veces decides luchar, y otras en cambio simplemente te dejas llevar. Dejas que sea él, el que dirija tu vida y no opones ninguna resistencia. 
Soplan vientos fuertes. 
Vientos que se llevarán consigo todo lo malo del ambiente. 
Vientos que limpiarán de todo lo negativo.
Vientos que quizás también traigan cambios al entorno.
Vientos de cambio.
Vientos...

sábado, 4 de febrero de 2017

Si por una causalidad de esas...

Una de mis pasiones es perderme en una librería o en una biblioteca. Recorrer esos espacios con tranquilidad, leyendo títulos y reseñas de libros. Tocándolos, acariciándolos, dejando que sean ellos los que me elijan para adentrarme en sus historias. Hace años, siendo todavía una niña, una persona muy especial para mí, puesto que fue la que me adentró en el maravilloso mundo de la música, me regaló una colección de libros. Ese fue el momento en el que todo empezó. Desde ese momento, no recuerdo mi vida sin libros; desde ese momento, miles de historias me han acompañado a lo largo de estos años. Recuerdo la biblioteca del internado, como un sitio mágico, dónde sólo las privilegiadas (o aquellas a las que castigaban, como a mí), podían visitar; recuerdo las innumerables bibliotecas y librerías que he tenido la suerte de recorrer. El olor a papel encuadernado. Los colores de los libros. 
Hoy, es uno de esos días mágicos, porque he acabado el libro que me ha acompañado durante estos días de reposo por prescripción médica. Un libro especial porque se enmarca en Barcelona, una ciudad mágica para mí. Un libro cuya trama va ligada muy estrechamente al mundo de los libros, a ese mundo increíble del papel, de las librerías, de las historias, un libro en el que se describe un lugar en el que millones y millones de libros están esperando a encontrar a esa persona especial que los protegerá.
Sí por una casualidad de la vida, existiera El cementerio de los libros olvidados y se cruzara en mi camino...
He terminado la historia y como siempre necesito mi tiempo para poder adentrarme en otra diferente. La que me tenía absorta estos días ha tenido un significado especial y más porque justo ha sido terminarla y curiosamente una de esas casualidades de la vida... ha vuelto a ocurrir. 
Pero, la verdad, es que desafortunadamente, no demasiada gente cree en las casualidades.
P.D: ...

viernes, 3 de febrero de 2017

El dolor más sincero

El dolor más sincero se vive a solas. Esta frase la he encontrado mientras esta tarde estaba sumergida en la lectura del libro que me tiene completamente absorta estos días. Al leerla, se me han removido miles de recuerdos, miles de sentimientos que estaban, que están grabados a fuego en mi corazón. Hace un rato he sido consciente de esta sensación. Hace unos minutos he vuelto a sentir este dolor. Desde lo más profundo de mi ser han empezado a brotar las lágrimas más sinceras; las lágrimas más amargas que me podía imaginar. Durante muchos meses lloré lo que no estaba escrito. Durante semanas, permití que  el dolor, la rabia, la impotencia se apoderaran de mí. Procuraba hacerlo mientras estaba sola; pero en muchas otras ocasiones, lo hacía con gente delante. No podía evitarlo. Esta amargura brotaba de mí con tanta fuerza que era imposible pararla. No era capaz de controlarla. 
El hallazgo de esta frase, ha sido un verdadero regalo, puesto que hoy, he vuelto a sentir este dolor. Hoy, he vuelto a sentir como el dolor más sincero se vive en soledad. No puedo explicar como, pero al rato de haberla leído, y de con cierto egoísmo, haberla hecho mía, mis ojos se han vuelto a llenar de lágrimas. He permitido que ese sentimiento me inundara. He conseguido hacerlo mío, sentirlo. He dejado que me invadiera, que recorriera todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo. 
Hoy, he sido capaz de convertir ese amargo dolor en algo positivo. Al dejar que fluyeran esas lágrimas, me recordaba a mí misma que a pesar de ser fuerte, no hay nada de malo en permitirte flaquear y venirte abajo en algún momento de tu existencia. 
He sentido el dolor, la amargura, la pena...Me he vaciado de todo eso que llevaba tiempo sintiendo dentro de mí, y que, sin saber muy bien porqué, no me otorgaba la licencia de hacerlo, no me daba permiso para llevarlo a cabo. Ha sido el hallazgo de esta frase lo que me lo ha permitido. Realmente, el dolor más sincero se vive en soledad. 
Hoy, en la penumbra de mi sala, en el silencio más profundo, en la soledad más mía, he comprobado que esa afirmación es realmente cierta. 

jueves, 2 de febrero de 2017

Sincerándome

Hace casi un año decidí reactivar mi blog. En esa época no estaba precisamente atravesando un buen momento. Estaba intentando superar una ruptura del que para mí había sido mi compañero de viaje durante diez años. Alguien con muchas cosas en común, pero que llegado un momento, habían desaparecido. Me hundí, toqué fondo. Lo pasé francamente mal. Tuve a mucha gente preocupada durante muchos meses. Y al final, lo conseguí, logré salir a flote.
Ahora, hoy, y con la perspectiva que me da el tiempo y el trabajo personal que hice a lo largo de varios meses, me encuentro serena, tranquila y segura. Y se que gracias a la ayuda de mi familia, de mi pequeño, de mis amig@s y de mi terapeuta, hace meses que conseguí volver a ser quien soy,  volví a ser quien era, hace años. 
Recuperé mi esencia. Recuperé mi verdadera forma de ser. 
Ya he dicho muchas veces que ahora tengo muy claro lo que quiero en todos los aspectos de mi vida. Mis miedos y mis inseguridades han desaparecido por completo. 
Los que me conocéis, sabéis como soy. Soy una persona transparente, sin dobleces, alegre, con mis altibajos emocionales y con carácter. Esto último me viene de serie. Y se lo debo a mis dos abuelas y al resto de mujeres de mi familia (mi madre y mis tías). 
Como decía, las dos personas a las que creo que debo mi carácter son mis dos abuelas. Ellas eran dos mujeres fuertes, a las que les tocó lidiar con una guerra, con una postguerra y sacar adelante a dos familias en aquellas situaciones. Una, contó con el apoyo de mi abuelo; pero la otra lo hizo sola. Siempre he sentido gran admiración por ellas y quizás en su momento no se lo supe transmitir. Pero ahora, se que les debo mi forma de ser. El ser capaz de resurgir de mis cenizas y de no dejarme amedrentar por las situaciones, por complicadas que estas sean. Así pues... gracias... a todas las mujeres de mi familia, por ser como son y por enseñarme a ser como soy. Sin esa parte de mi esencia, yo no sería así. No habría llegado a ser yo. 
Durante este último año, he ido escribiendo sobre mis sentimientos, mis pensamientos, mi trabajo personal, mis reflexiones. No con ánimo de sentar cátedra, sino más bien como un pasatiempo, como una forma de expresarme, de contar lo que llevo dentro. Ha sido como una terapia, una herramienta más, que me ayudaba a pensar en voz alta. 
Hace unos días, un@s amig@s me preguntaron si había alguien en mi vida. Bromeábamos y me decían qué mi sonrisa, mi mirada, mi yo, era diferente, que no parecía la misma. Yo, por supuesto, tiré balones fuera y me hice la despistada. 
Pero, hoy ha llegado el momento de sincerarme. 
Sí... había alguien. Hace cuatro meses aproximadamente que alguien apareció en mi vida. Era alguien que ya estaba allí; un amigo, alguien que me había apoyado, soportado, aconsejado, animado, contado sus vivencias personales, propuesto algún plan (que yo había rechazado...), y más cosas buenas que seguro me dejo en el tintero. 
Y, de repente, llegó un día en el que uno de esos planes propuestos, encajó en las agendas de los dos. Supongo que era el momento de que esas piezas encajaran. 
Ninguno de los dos, dábamos crédito a lo que pasaba ese día, porque no estaba en nuestros planes. Él tenía su vida perfectamente montada, y yo, la mía (hijo, amig@s, familia y yo conmigo misma, sin pareja). Compromiso frente a libertad. Seguridad frente a riesgo. Tranquilidad frente a caos.
Al ver lo que pasaba, decidimos que no podía ser, sencillamente dejarlo pasar. Pero... no lo conseguimos. Esas piezas encajaban a la perfección, y por mucho que lo intentábamos no lo podíamos controlar. Pero, si soy realista, eso no tenía continuidad en el tiempo. No, sin un compromiso serio y real por las dos partes. Nada que no tenga que haber en una relación normal y basada en la sinceridad. Aún así, han pasado cuatro meses de idas y venidas, de altibajos, de nervios, rupturas, reencuentros, momentos mágicos, especiales...
Por extraño que parezca, en algunas ocasiones, hay personas con las que conectas y esa conexión va en aumento, hasta el punto de saber lo que esa persona está sintiendo sin necesidad de que te hable, sin necesidad de que esté a tu lado. Es algo difícil de explicar sino eres una persona abierta a ese tipo de cosas. Y por supuesto, es muy loable el que haya gente que no crea en ello.
Pues bien, hoy es el día en el que puedo sentarme a escribir sobre mí desde la tranquilidad, desde la soledad de mi casa, en silencio, con mi ambiente en penumbra... como a mí me gusta. 
Hoy, siento mi corazón en paz. Hoy, he conseguido decir lo que siento, lo que llevaba dentro y no me atrevía a expresar. Por supuesto que no ha gustado. Pero, yo, no soy una persona con dobleces y a la que los misterios y las intrigas, le gustan en los libros. Y por supuesto, asumo las consecuencias sin miedo. 
En mi día a día, quiero claridad, transparencia, exclusividad... Quiero un compañero de viaje, alguien con el que compartir sueños, miedos, tristezas, alegrías, proyectos futuros... y que esto sea recíproco. Sino, para mí una relación no tiene ningún sentido. Y por supuesto, como decía mi abuelo, si estoy con alguien tiene que ser porque de verdad lo quiera y esa persona me quiera, sino...prefiero estar sola. 
Ahora mismo, en esta etapa de mi vida, disfruto de mis ratos de soledad. No tengo miedo a estar sola, porque realmente no lo estoy. Tengo mi vida, mi espacio, mi esencia. Por supuesto que soy una soñadora y espero que ese alguien especial aparezca... pero no tengo prisa. En estos momentos, me tomo mi tiempo para todo. Y cuando digo todo... es todo. 
Me considero una persona optimista, realista y con un gran corazón, incluso a veces, me cuesta poner límites y dejo que la gente traspase barreras que no deberían. Y eso luego me pasa factura, porque cuando me doy cuenta de que sufro y pongo los límites... esa reacción no es bien recibida por la otra parte. 
La parte positiva de este último año es que he conseguido ir aprendiendo algo nuevo cada día. A largo de este tiempo, me he reforzado como mujer y como persona, he aprendido a preservar mi espacio, a cuidarme y a valorarme. Por eso, ya no permito que me hagan daño. No permito que nadie descargue sus inseguridades y miedos sobre mí. Ahora no. 
Y sí, hoy, puedo decir que había alguien. Pero... había...
No se lo que me depara el destino. Sólo se que si algo tiene que ser será. Y que si el universo se empeña en que algo tiene que ser para un@... se mueve hasta que eso sucede. 

Hoy

Hoy, después de bastante tiempo guardándome dentro de mí cosas que tenían que haber salido hace semanas, mi vaso se ha colmado. Seguramente, no era ni el día indicado, ni las formas han sido las que más me hubieran gustado. Pero, hoy, después de hace mucho tiempo he vomitado. Sí, he vomitado, en todos los sentidos que esta palabra tiene. Desde el más literal, al más metafórico que le podamos otorgar. 
Soy una mujer de carácter, de mucho carácter; y sentir, que me utilizan o sentir que estoy en un segundo plano, no me gusta, no me ha gustado nunca. Durante muchos meses, me he trabajado distintos aspectos de mi forma de ser. He conseguido llegar a una capacidad de autocontrol, que ni yo misma pensaba que sería capaz de alcanzar. He conseguido trabajarme mi paciencia hasta límites muy elevados. Pero, hoy, mi capacidad de aguante, se ha visto superada. 
Por nada del mundo voy a permitir que la inseguridad y el miedo se instalen en mi vida de nuevo. Ahora, ya no. Y más, cuando después de que lo que viví hace un tiempo, me ha dado la capacidad de afianzar mis creencias, mi verdadera forma de ser. Ahora estoy muy segura en todos los aspectos de mi vida. Y sí, mi carácter es fuerte. Soy así. Quiero poder decir lo que pienso y lo que siento, sin miedo. Y quiero poder luchar por la persona que quiero en igualdad de condiciones. Sino, no hay juego que valga. 
Hoy, después de mucho tiempo, puedo decir que he vomitado. Y ahora, aún con el malestar que precede a esta reacción biológica, siento que lo que quiero está afianzado muy muy dentro de mí. 

miércoles, 1 de febrero de 2017

Un nuevo mes



Inicio de un nuevo mes.
Inicio de un nuevo ciclo.
Mirando con ilusión hacia el  futuro.
Sin miedos, sin dudas, sin incertidumbres.
Seguridad, decisión, felicidad, alegría.
Nuevas ilusiones, nuevos proyectos.
Creyendo en mí.
Si crees... creas.