Hace años, una persona me dijo que nunca había conocido a nadie tan independiente como yo. Que le asombraba, que no necesitaba a nadie, que le daba la impresión de que las personas a mi alrededor ocupaban sólo un lugar, que no eran importantes y las usaba cuando las necesitaba. Ese comentario, de aquella persona, me hizo daño (de esto, me he dado cuenta, hace no mucho tiempo), más del que yo me imaginé en ese momento. Ahora, tiempo después, he sido capaz de ver que aquel comentario, no era más que miedo por su parte. Hablaba su miedo y me lo proyectaba a mí. Verdaderamente, consiguió proyectármelo y eso me fue apagando poco a poco, me fui consumiendo como una vela. Mi fallo, fue el no saber responder en ese momento. Pero, entonces no veía más allá de esa persona.
Por supuesto, que soy una persona independiente, una mujer independiente. Pero si que necesito de mi entorno, de mi familia, de mis amig@s...
Por supuesto, que necesito de las personas que quiero.
Sin ellas no habría llegado a ser quien soy, no habría llegado a ser lo que soy...
Ahora, al echar la vista atrás, me doy cuenta de cuales fueron mis errores en aquel momento. Pero, la parte positiva de todo esto es que ahora soy consciente de ello y he conseguido darle la vuelta. Y lo que es mejor, he aprendido de aquellos errores.
Sin lugar a duda, soy independiente. Y por supuesto, que ahora, más que nunca, valoro mi independencia, mi espacio, mi tiempo. No estoy dispuesta a renunciar a todo esto, salvo que haya razones de fuerza mayor para hacerlo.
Eso sí, que no quepa la menor duda, de que mi entorno: mi familia, mi hijo, mis amig@s, son y serán parte esencial de mi vida, de mi día a día. Son lo verdaderamente importante. Son aquello por lo que para mí, merece la pena levantarse cada mañana. Son el motivo de que mis ojos tengan un brillo especial. Son aquello que me da fuerzas para seguir adelante con mis sueños. Y por supuesto, serán parte importante el día en que alguien especial decida compartir mi vida y mis sueños, conmigo.