Sábado diferente. Te levantas temprano. No has dormido tan apenas. No es algo extraño, puesto que es la tónica habitual en las últimas semanas. Noches de ansiedad. Amaneceres en los que cuesta ponerse en marcha.
Realmente, no es un día especial. O quizás sí. No lo sé.
Lo interesante de estar todavía en este plano, es que cada día puede venir cargado de sorpresas.
Las emociones están a flor de piel.
Es un año tan extraño. Está a punto de terminar. Sólo queda un suspiro. Y en la mente de todos, está el deseo de que termine pronto.
Es un año en el que la factura psicológica será elevada. Al inicio de esta situación pandémica, tenía esperanzas de que aprendiéramos algo como sociedad. De que nos planteáramos cambios, tanto a nivel individual como a nivel comunitario. Pero, no. Eso no va a suceder. O al menos, no tal y como yo deseaba. En lugar de trabajarnos temas a nivel personal, para conseguir mejorar como colectividad, el individualismo ha aumentado a nivel exponencial. Sea lo que sea lo que está pasando; sea cual sea el origen, ha conseguido polarizarnos todavía más.
Durante estos últimos meses, nuevos conceptos han aparecido en nuestra vida cotidiana: distanciamiento social, geles hidro alcohólicos, mascarillas varias... Conceptos como positivo y negativo, han intercambiado su significado. Una paradoja cotidiana; pero que está presente en nuestro día a día.
Personas que van y vienen. Decisiones importantes que se deben tomar. Repentinos cambios de rumbo. Acondicionando las velas para aprovechar el viento.
Preguntas y más preguntas que llegan a mi mente. Imposible encontrar respuesta para todas; tampoco es lo que deseo. A lo largo de los años, he aprendido a vivir sin tener todas las respuestas. En ocasiones pienso que es mucho mejor así. Al menos para mí.
Me ha costado bastante tiempo el poder alcanzar el estado en el que me encuentro ahora. Me siento afortunada; muy afortunada, incluso en estos momentos de pandemia en los que no puedo estar cerca de mis seres queridos. Abrazos reducidos a la mínima expresión.
Ahora que sólo queda un suspiro para que este año termine, nuevos deseos deberían estar germinando en nuestro interior. Deseos que deberían ser formulados en la última noche del año. Proyectos, planes, ilusiones... que en estos tiempos pandémicos, hemos aprendido a aplazar. Sueños a corto plazo. Reiniciando actividades en esta nueva realidad. Organizando ideas para cuando llegue el momento de tomar ciertas decisiones. Revisando las velas del barco, para cuando haya que zarpar hacia nuevos destinos. Releyendo las páginas del libro de mi vida, para evitar cometer los mismos errores. El camino sigue hacia adelante; cada momento, cada instante, cada ahora, eso es lo verdaderamente importante. El amor que has dado y has recibido hasta ahora. El que das y recibes en este momento. Y si el viento es favorable, todo lo que está por llegar.
Etapas que terminan y otras que comienzan, en tan sólo un suspiro.