Uno de mis pequeños placeres es la lectura. Siempre digo que necesito otra vida para leer. Me encanta perderme en una librería. Me gusta esa sensación de perder la noción del tiempo; mirando libros, buscando el elegido. Aquel que pasará a formar parte de tus sueños durante unos días, durante unas semanas.
A lo largo de mi vida me habré leído cientos de libros. Cientos de historias que me han enseñado países lejanos; personajes con los que he llorado, con los que me he enojado. Personajes que han sacado lo peor de mí. Y personajes que me han ayudado a ser mejor persona. Historias que me han transportado a tiempos pasados. Siempre me ha gustado pasear por las calles de una ciudad, sin saber donde ir, y de repente encontrarme con una librería, entrar y... dejar que pase el tiempo. Buscando, ojeando, leyendo, eligiendo... percibiendo el olor a papel, ese olor tan especial, que sólo encuentras en las librerías, en las bibliotecas.
En la cabecera de mi cama, tengo unos cuantos libros empezados. Todos ellos de temáticas distintas, pero todos especiales. En la estantería de la sala, hay unos cuantos esperándome para acompañarme en algún momento no muy lejano. Y en la recámara de mi mente... tengo otros tantos esperando a que me decida a ir a por ellos... Sólo necesito una vida para leer. Una vida para seguir aprendiendo. Una vida para seguir dejando volar mi imaginación.
En la cabecera de mi cama, tengo unos cuantos libros empezados. Todos ellos de temáticas distintas, pero todos especiales. En la estantería de la sala, hay unos cuantos esperándome para acompañarme en algún momento no muy lejano. Y en la recámara de mi mente... tengo otros tantos esperando a que me decida a ir a por ellos... Sólo necesito una vida para leer. Una vida para seguir aprendiendo. Una vida para seguir dejando volar mi imaginación.