martes, 5 de febrero de 2019

Aromas, inicios, enigmas...

Una casa en la cima de una colina. Un porche que rezuma vida por todos los lados. Plantas, flores... distintos colores y aromas, que confieren al espacio un toque enigmático. Una mujer sale de la casa, abriendo la puerta con suavidad, sin apenas hacer ruido, como sino quisiera despertar a nadie. Ni tan siquiera al mismo sol.
Sostiene con delicadeza una taza humeante entre sus manos. En silencio toma asiento en su rincón favorito, preparándose para asistir al magnífico espectáculo que en unos instantes va a tener lugar. 
La oscuridad, poco a poco, va difuminándose. El horizonte se va tiñendo de colores. El sol, se despereza y va asomando lentamente por el Este. Esa imagen que durante tanto tiempo marcaba el inicio de su jornada laboral. Ahora, podía disfrutarla, como siempre había deseado, en el comienzo de una nueva etapa en su vida. Rodeada de naturaleza, envuelta por el silencio, tan solo roto por el murmullo de la brisa matutina y el suave cantar de los pájaros. En el refugio que con tanto amor había ido preparando. Este era su momento mágico, el inicio de un nuevo día, de un nuevo ciclo, de una nueva vida. Siempre le habían gustado los inicios; ese miedo a lo desconocido, a lo nuevo, a todo lo que está por acontecer. Ese hormigueo en su interior. Y eso justamente, es lo que la había mantenido viva hasta el momento; lo que le había proporcionado la energía necesaria para sobreponerse a todo lo que hasta ahora le había tocado vivir.