sábado, 16 de septiembre de 2017

Sabores de otoño

Tarde de sábado. A ratos llueve. A ratos sale el sol. A lo lejos, en la calle, se escucha el bullicio de la fiesta. El disfraz está preparado en la habitación. Todo listo, para un rato de diversión. 
Pero, de repente, la tranquilidad se adueña de mi interior.  Sentada en el sofá, tapada con una ligera manta, mi mente viaja a otros lugares, a otros momentos...
Sensaciones, vivencias, recuerdos, sentimientos...
Recuerdo conversaciones de hace no muchos días.
Lecciones transmitidas por personas que de forma enigmática aparecen junto a tí.
Almas que de una forma u otra están destinadas a encontrarse.
Trozos de un mismo cristal que coinciden en este plano.
La lluvia golpea en las ventanas.
Señal inequívoca de que el verano se despide y el otoño, poco a poco, va anunciando su llegada
Rutinas que se retoman.
Idas y venidas.
Reencuentros y despedidas.
Nuevos proyectos. 
Ilusión en las nuevas etapas que se aproximan.
Cambios de rumbo, giros y vueltas de la vida.
Felicidad, tranquilidad, melancolía... emociones.
Todo en su justa medida.
Todo a su debido tiempo.


" Y entonces ella le pidió a las estrellas, que lo único fugaz, fueran sus miedos". (Rocío Figueroa)







lunes, 4 de septiembre de 2017

La chispa adecuada

Hoy, el día ha comenzado de una interesante manera. Una misteriosa mujer se ha sentado a mi lado mientras desayunábamos con mi hijo en la terraza de un bar, en la calle. Procedía de uno de las zonas del mundo que más encanto y magnetismo tienen para mí. Siempre he dicho que hay dos sitios en el mundo, los cuales no puedo morirme sin ir a visitar, pero eso no viene a cuento, en este momento.
A medida que tomaba mi desayuno, escuchaba la conversación que mantenía con otra señora mayor. Pero algo en mi interior, me decía que realmente estaba hablando conmigo. Y, efectivamente así ha sido. De repente, un escalofrío ha recorrido mi cuerpo y nos hemos puesto a hablar. Una interesante conversación que parecía la continuación de otra mantenida hace no mucho con una de mis mejores amigas. 
Son estos momentos casuales, causales, o como queramos llamarles (me resulta complicado darles una definición porque carezco de los conocimientos necesarios para hacerlo correctamente), los que me hacen creer en la energía de las personas. La fuerza, la sabiduría, la claridad de mente y de ideas de esta mujer, me han supuesto una clase inesperada, gratuita y verdaderamente interesante.
He estado pensando en esa conversación todo el día. Y horas más tarde, mientras caminaba en contacto con la naturaleza, su imagen ha venido a mi mente, un escalofrío ha recorrido mi espalda, mientras en mi reproductor de música sonaba "la chispa adecuada".


  

domingo, 3 de septiembre de 2017

Justo al final del día

Y justo, al final del día, justo en ese momento en el que la luna comienza a brillar, descubres el porqué de los nervios que rondaban en tu interior, desde nada más despertarte.
Y justo, al final del día, la magia que poseen las palabras te sorprende una vez más. 
Y justo, al final del día, no puedes borrar el brillo de tus ojos, ni la sonrisa de tu cara.
De pronto te haces consciente de que hace años encontraste tu paraíso.
Y justo, al final del día, das gracias al universo por haberte concedido la oportunidad de encontrarte a un@s seres maravillos@s e increíbles, con los que compartir sueños, deseos, ilusiones... y más.
De pronto y a pesar del cansancio que te envuelve, tomas consciencia de que hay muchas piezas que se van colocando a medida que el tiempo pasa. Unas antes que otras. Pero eso es normal cuando te enfrentas a la tarea de montar un puzzle. Todo necesita su tiempo para ir tomando forma. Es una actividad que requiere de paciencia; algo de lo que yo carezco (bueno, eso no es del todo cierto. Realmente, no tengo demasiada). 
De todas formas, creo que lo verdaderamente importante es que al final el puzzle se termine, que todo encaje en su sitio y que no sea necesario volver a desmontarlo.
Me siento afortunada de poder seguir dando pasos por este plano en el que me ha tocado vivir. Soy consciente de lo mucho que me queda por recorrer y por aprender. Puedo presumir de tener a mi lado, desde hace mucho tiempo a una maestra muy especial de la cual aprendo infinidad de cosas, cada ratito que tengo el lujo de compartir con ella. 
Y, además, a lo largo del camino me voy encontrando con personas que lo van haciendo más dulce, alegre y fácil.  Así es más sencillo seguir la ruta. No hace falta GPS, tan solo hace falta seguir al corazón, a la intuición, a la magia. La que está en las palabras. La que nos rodea y nos envuelve.
Y justo, al final del día, cuando la luna brilla en el cielo, te das cuenta de lo afortunada que eres.