Decidió prepararse una humeante taza de café y con ella entre las manos se sentó en su rincón favorito dispuesta a iniciar su jornada; no sin antes, disfrutar de ese mágico momento de introspección.
Una tenue luz envolvía la habitación. Fuera una espesa niebla lo cubría todo. Parecía como si la naturaleza se resistiera a despertar y quisiera permanecer un instante más en ese estado de letargo invernal. Eso mismo era lo que le pasaba a ella. Esa sensación de adormecimiento, se había instalado hacía ya algún tiempo en su interior.
Sin saber como, se había acostumbrado a sentirla muy dentro de sí. Era una pieza más de ese puzzle que poco a poco había ido forjando ella misma.
Había pasado mucho tiempo desde que un inmenso mar de lágrimas inundara sus ojos y su corazón. Pero aún así, parecía que al igual que el largo invierno, el dolor de las lágrimas no lloradas, seguía agazapado en un rincón de su interior.
A medida que el tiempo pasaba, el sol consiguió su objetivo de espabilar a la naturaleza y hacer que despertara. En ese momento y todavía con la taza entre sus manos, visualizó que serían su fuerza y su luz interior las que conseguirían iluminar, el último rincón en penumbra que todavía quedaba en ella.
"Un solo rayo de luz es suficiente para despejar muchas sombras"